El Acueducto de Segovia
¿Para qué servía el impresionante acueducto de Segovia?
Una de las obras construidas durante la época del Imperio romano que afortunadamente todavía podemos admirar hoy en día, es el famosísimo acueducto de Segovia, en España.
¡Por supuesto que los romanos construyeron muchos otros! pero éste es uno de los más impresionantes y mejor conservados que existen de esa época gloriosa de la Antigüedad.
¿Alguna vez se te ha ocurrido pensar por qué razón los romanos se fueron hasta España para levantar un acueducto tan grande? Y además… ¿Sabes para qué servía y cómo se construyó?
Para entenderlo es necesario subirse a la nave del tiempo y viajar al pasado unos cuantos años.
Será muy interesante ¿Te apuntas?
Los romanos en Segovia
¡Pero vayamos al grano! Si eres un lector sagaz ya habrás deducido por qué un enorme acueducto romano atraviesa la hermosa ciudad de Segovia, situada en el centro de Hispania.
La Segovia de entonces era una población muy pequeña, pero cuando los romanos pasaron por allí, levantaron en ese lugar una nueva ciudad a la que dotaron de importantes servicios. El más espectacular, fue el famosísimo acueducto.
¿Qué es un acueducto?
Como te he contado antes los romanos eran ante todo muy prácticos, y cuando se topaban con un problema, enseguida estudiaban una solución ingeniosa que les sacara del apuro.
Un acueducto es, ni más ni menos, la increíble construcción que se les ocurrió para llevar agua a las ciudades a través de un canal.
¿Cuándo se construyó el acueducto de Segovia?
No está muy clara la fecha, pero todo apunta a que fue hacia finales del siglo I d.C o más probablemente a principios del siglo II d.C. en tiempos del emperador Trajano. Se calcula que se tardaron unos veinte años en acabarlo.
¿Por qué se construyó un acueducto en Segovia?
Los habitantes de Segovia necesitaban agua para abastecer su ciudad. Había un estupendo río a las afueras, el llamado río Frío, pero claro… ¡Estaba a 17 kilómetros! Sin camiones ni coches como hay hoy en día, no era plan ir a buscarla con calderos ¿No te parece?
Solución: los romanos diseñaron y construyeron un fabuloso acueducto desde el río a la ciudad. Por cierto, aunque ahora tiene dos mil años de antigüedad ¡funcionó perfectamente hasta mitad del siglo XX!
¿Cuál es el recorrido del acueducto de Segovia?
¿Acaso pensabas que eso era todo? ¡Qué va! Esta es solo una pequeña parte. El acueducto inicia su recorrido muchos kilómetros antes, junto al río Frío, así que tiene una longitud de ¡17 kilómetros!
Lógicamente, lo primero que tuvieron que hacer los romanos fue crear una presa para recoger y encauzar el agua del río. Esta presa recibe el nombre de azud.
A partir de ahí, construyeron un canal para llevar el agua hasta la población.
El agua discurría por él sin descanso, en algunas zonas a cielo abierto y en otras por una tubería subterránea.
Fíjate si eran listos estos romanos que en varios puntos del camino construyeron una especie de depuradoras o depósitos donde el agua perdía velocidad para que las hojas y la arena se depositaran en el fondo y continuara mucho más limpia y sin obstruir el canal.
Tras este primer tramo llega el segundo, donde el canal continúa su camino sobre un sistema de arcos para salvar los desniveles del terreno.
Si te fijas, primero construyeron arcos pequeños que poco a poco se van haciendo más grandes para adaptarse al suelo en pendiente.
Pero a medida que la arquería avanzaba, se toparon con un valle fluvial muy profundo que producía un gran desnivel. El agua tenía que seguir su curso sin contratiempos y lo solventaron con una genialidad: levantando un sistema de arcos dobles. Esta es la parte más conocida del acueducto por ser la más grandiosa y espectacular.
Una vez superado el valle, vuelve a convertirse en arquería simple y va reduciendo su tamaño hasta que se esconde de nuevo bajo tierra y llega al punto final: la gran cisterna donde se almacenaba el agua para luego salir desde allí por tuberías a distintos puntos de la ciudad: fuentes, termas… ¡Agua a borbotones para todos los ciudadanos!
Curiosidades sobre los arcos del acueducto de Segovia.
La arquería del acueducto de Segovia tiene un kilómetro. La componen 167 arcos de los cuales 44 están sobre otros 44 formando el tramo de arcos dobles. Aquí es donde el acueducto alcanza su altura máxima: 28 metros que equivalen a ¡un edificio de diez pisos!
Resulta asombroso saber que se construyó poniendo unos bloques de piedra sobre otros sin utilizar argamasa o cemento, es decir, sin ningún tipo de pegamento ¡Solo están sujetos por la fuerza que ejercen entre ellos!
Teniendo en cuenta que algunos de estos bloques de granito pesan hasta 2.500 kilos y se usaron 20.400, es increíble que no se venga abajo.
Llevar los bloques a su lugar definitivo supuso muchísimo esfuerzo. Utilizaron grúas, pero como no tenían electricidad, usaban la fuerza de los esclavos, a los que obligaban a caminar dentro de unas ruedas, como las de nuestras mascotas, pero mucho más grandes, y así llegaron a subir las piedras hasta los 29 metros de altura que mide el acueducto en su parte más alta. Primero hicieron rampas en el suelo; después, trasladaron cada una de las piedras sobre rodillos de madera tirados por hombres o por animales de tiro.
Ya en el lugar de la obra los canteros las tallaban y una vez listas se subían mediante un sistema de poleas utilizando unas enormes tenazas de metal.
Si te fijas en el acueducto, las piedras tienen agujeros en dos de sus lados.
Estos agujeros los realizaban los canteros para que las puntas de las tenazas se engancharan bien y no hubiera peligro de que se cayeran. Inteligente decisión ¿verdad?
En cuanto a los arcos, se construyeron gracias a unos armazones de madera semicirculares sostenidos por andamios llamados cimbras. Sobre ellos se colocaban una a una las piedras y cuando comprobaban que los bloques de piedra se sujetaban por sí solos, los retiraban.
Una moza muy guapa, que servía en una casa situada en la zona alta de la ciudad, estaba harta de subir y bajar todos los días a por agua a la fuente que brotaba en la parte baja; eso la obligaba a cargar pesados cántaros. Un día, ganada por el fastidio, dijo:
-Estaría dispuesta a entregar mi alma al diablo con tal de no subir y bajar más a por agua.
El diablo, que la oyó, le dijo:
-Eso está hecho. Yo me encargaré de subirte el agua a la parte alta de la ciudad si cumples tu promesa.
Entonces ella, temerosa, respondió:
-Sí; pero con una condición: que lo consigas en una noche.
A toda prisa comenzó el diablo su obra. No tenía tiempo que perder. La moza, al verle, no podía dormir, llena de inquietud. En realidad, casi ningún vecino pudo dormir con el ruido de las enormes piedras y su colocación. Antes de que el primer rayo de sol asomara, la moza bajó a la fuente y, llena de sorpresa, vio cómo el diablo se afanaba en colocar las últimas piedras del acueducto que había estado construyendo a lo largo de la noche. Aquélla era una obra de titanes. El diablo ya se las veía feliz cuando iba a colocar la última piedra, porque conseguiría el alma de aquella moza tan guapa. Pero justo en ese momento el sol, adelantándose unos instantes a su propia marcha, despuntó por el horizonte.
Así, el acueducto quedó realizado, a falta sólo de una piedra, y la moza y la ciudad pudieron beneficiarse de la llegada del agua sin que el diablo se llevara su alma. Esa moza, cuyo nombre nos ha ocultado la historia, conforma, junto con el acueducto, el escudo de la ciudad de Segovia.