Segovia siempre ha cautivado a cuantos en ella han vivido y no podía ser menos con el personaje que hoy tratamos.
Junto a la fuente que remata uno de los puentes que cruza el río Eresma a su paso por la alameda del Parral, podemos encontrar una sencilla inscripción que reza:
En Segovia, una tarde, de paseo
por la alameda que el Eresma baña,
para leer mi Biblia
eché mano al estuche de mis gafas
en busca de ese andamio de mis ojos
mi volcado balcón de la mirada”.
Antonio Machado, 1919
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla", es uno de los versos más recordados de D. Antonio Machado, andaluz universal, poeta y escritor, recordado caminante sin camino de la generación del 98 que pasó en nuestra ciudad una parte de su vida, quizá la más prolífica en cuanto a creación literaria, desde 1.919 a 1.932.
Llega a Segovia para ocupar la cátedra de francés del Instituto Mariano Quintanilla, y desde su llegada a la ciudad, donde conoce a diversos literatos y poetas como Julián María Otero (autor de Segovia, itinerario sentimental, del que hablaremos en otra ocasión) participa activamente en su vida política y cultural.
Durante su estancia en Segovia vive en calle Desamparados, en el barrio de las Canongías, en la pensión regentada por doña Luisa Torrego, que ha llegado conservada hasta nuestros días y es, actualmente, la Casa-Mueso de Antonio Machado, una visita obligada para todos los que lleguen a nuestra ciudad.
Parte de su obra más importante es publicada durante los años aquí vividos; Soledades, galerías y otros poemas, en 1.919; Nuevas canciones, en 1.924.
Destacamos también en esos años dos obras teatrales escritas junto a su hermano, Manuel; Las adelfas y cómo no, La Lola se va a los puertos, en 1.929, donde nos cuenta la historia de un padre y un hijo que se enamoran de la misma mujer.
Su ferviente republicanismo y defensa de la misma le llevaron en 1.931, después de las elecciones municipales a salir al balcón del Ayuntamiento de Segovia enarbolando la bandera tricolor, suceso que marcaría para siempre el devenir de su vida.
“Aquellas horas, Dios mío, tejidas todas ellas con el lino más puro de la esperanza, cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia!…”
Fue un 22 de febrero de 1.939, frío y lluvioso, en Colliure, el pequeño pueblito del sur de Francia, cuando cansado y desgastado por la enfermedad y el dolor de una España rota, en que muere Antonio Machado tal y como había predicho mucho antes:
“Y cuando la hora llegue del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.”
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